Por: Zitam
Error Capital
represión del impulso irrefrenable a agredir razonablemente, por la autocensura de lo
legítimo. Así funcionan las cosas aquí desde no sé cuándo, pero casi siempre.
En esta ocasión ella no se atrevía a reaccionar ante la desfachatez de mis tanteos
indecorosos. No especularé sobre sus reales deseos. Ahora comprendo: la disimulada
incomodidad funcionaría como flujo de descargos posteriores.
Ella llevaba años en la capital, pero arrastraba su substancialidad provinciana como
quien arrastra un error capital. Ahora su disposición ecléctica integraba mis mañas de
urbe dentro de su útero pastoral.
Bastián tiene un talento que no genera envidia, pero sí muchos momentos incomodos: él cae mal. Y es que cae mal sin errar, sin querer, sin siquiera poder evitarlo. Su personalidad única lo infunde de un semblante abierto a las innumerables
posibilidades del arte del caer mal. Bastián ha querido averiguar el porque de este nefasto dón, pero cansado de respuestas divinas, optó por sacarle provecho a su estigma. La semana pasada, cuando postulaba por octava vez en una semana a un trabajo de medio tiempo, decidió ir en muletas. Pero no lo logró. Cayó mucho peor.
Ataúd
Las zopiclonas cumplían a cabalidad con el efecto deseado, pero la estridencia de Vin
Diesel sincronizado con las luces de los postes que el atravesado auxiliar dejaba
entrar, dieron por finalizada la pesadilla térmica. Cuando me alejaba del ataúd
colectivo, sentía lastima por el largo camino que esperaba a los sureños que tendrían
que soportar el interrogatorio “de emergencia” una y otra vez en cada subida. Cosa
bastante inútil en el caso eventual donde todo arde. Aún aletargado por la droga legal,
atravesaba el paseo comercial adelantando a los somnolientos, con inexplicable
frenesí, todo para finalmente subir a otro ataúd, aún mas colectivo, aún mas
rectangular (…) y mas estridente.